El evangelio significa “Buenas Nuevas”, el cual es el nombre perfecto por las siguientes razones:

Primero, queremos decirles que todos nosotros necesitamos un Salvador porque todos nosotros somos culpables de romper la santa ley de Dios, en otras palabras, todos somos pecadores. Esta ley es en parte lo que llamamos los 10 mandamientos que incluye leyes como: no mientas, no robes, honra a tus padres, etc. y estas leyes están almacenadas en todos nuestros corazones. Cuando rompemos un mandamiento de la ley esto nos hace culpables de romper toda la ley, lo cual nos hace pecadores y rebeldes contra un Dios Santo. Es imposible vivir una vida santa porque ninguna persona es buena, ni siquiera una. Todos nacemos con una naturaleza pecaminosa y con la inclinación de romper la ley de Dios, porque es nuestra naturaleza, una naturaleza que heredamos de Adán (el primer hombre). Esto significa que todos vivimos en la oscuridad del pecado y todos necesitamos un Salvador, alguien que pueda tomar el castigo en nuestro lugar.

Segundo, el Salvador que mencionamos anteriormente es el Hijo de Dios, el Mesías, quien se hizo carne al nacer de una virgen y vivió una vida perfecta sin romper ninguna de las leyes de Dios. Al final de Su vida, Él fue crucificado por su pueblo y murió en la cruz, pero luego de tres días y tres noches, Dios lo resucitó a través de Su Espíritu y luego Él se mostró a más de 500 personas durante 40 días y finalmente ascendió al cielo. Ahora, Él está sentado a la mano derecha de Dios y está preparando el camino para regresar.

Tercero, necesitamos ser rescatados y salvados por Su sacrificio en la cruz. El hecho es que todos los humanos tendremos que dar cuentas al Creador cuando morimos. Tendremos que presentarnos delante del Dios viviente y recibir lo que justamente merecemos, cielo o infierno. El problema es que como Dios es Santo y Justo, Él no puede permitir ninguna persona que rompió Su ley entrar en Su Reino (cielo) y tampoco puede dejar ir a cualquier persona sin recibir el pago justo por sus acciones. Por lo tanto, si rompimos la ley, solo una vez, entonces somos culpables. El pago por un veredicto de culpabilidad es una eternidad en el lago de fuego, el cual fue originalmente preparado para el diablo y sus ángeles, pero ahora por nuestra desobediencia, también podemos ser colocados allí.

Finalmente, aunque desobedecimos a Dios, Su Hijo Jesucristo, voluntariamente tomó sobre si mismo el castigo que merecíamos por nuestros pecados cuando murió en la cruz. Él tomó nuestro lugar y tomó sobre sí la ira de Dios que merecíamos. Para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Cuando creemos en nuestros corazones que Dios resucitó a Jesús de los muertos y confesamos a Jesús como nuestro Señor, nos convertimos en una nueva creación en Cristo. Su justicia es imputada a nosotros y nos declara justos, y por esto, tenemos paz con Dios. Esta salvación es un regalo gratuito de Dios, el cual podemos recibir en nuestras vidas. Esto no se trata de lo bueno o malo que somos, ya que todos somos malos, pero se trata de poner toda nuestra confianza y fe en El, en Jesús, quien pagó el precio por ti. Esta decisión cambiará tu vida, tu antiguo ser morirá y tu Nuevo ser se convertirá en un hijo de Dios.

Espero que pueda tomar tiempo para leer esta información y leer el libro de Juan en esta su nueva Biblia o en cualquier Biblia que tenga en casa. No hay nada que perder, pero mucho que ganar en el mensaje de Dios, vida eterna en Jesucristo.